martes, 25 de marzo de 2014

ANUNCIACIÓN DEL SEÑOR

 LA ANUNCIACIÓN DEL SEÑOR

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Esta fiesta se celebra el 25 de marzo de cada año y es una de las más antiguas de la Iglesia, donde se conmemora la Encarnación del Hijo de Dios en el seno de María, nueve meses antes de su nacimiento. El relato evangélico dice que el arcángel Gabriel se aparece a María y la anuncia que va a ser madre del Salvador. María acepta la misión que Dios le confía respondiendo al ángel: "Hágase en mí según tu palabra".


Esta fiesta tuvo diversas denominaciones tradicionales: Anunciación de Cristo, Fiesta de la Encarnación, Inicio de la Redención, Anunciación de la Santísima Virgen María. Con esta última fue celebrada desde tiempo inmemorial hasta la reforma de 1970, en que pasó a llamarse la Anunciación del Señor.


EL ANUNCIO DEL ÁNGEL A MARÍA
En aquel tiempo, el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea, llamada Nazaret, a una virgen desposada con un varón de la estirpe de David, llamado José. La Virgen se llamaba María.


Entró el ángel a donde ella estaba y le dijo: "Salve, llena de gracia, el Señor está contigo". Al oír estas palabras, ella se preocupó mucho y se preguntaba qué querría decir semejante saludo. El ángel le dijo: "No temas, María, porque has hallado gracia ante Dios. Vas a concebir y a dar a luz un hijo y le pondrás por nombre Jesús.


Él será grande y será llamado Hijo del Altísimo; el Señor Dios le dará el trono de David, su Padre, y Él reinará sobre la casa de Jacob por los siglos y su reinado no tendrá fin".
María le dijo entonces al ángel: "¿Cómo podrá ser esto, puesto que yo permanezco virgen?" El ángel le contestó: "El Espíritu Santo descenderá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra. Por eso, el Santo que va a nacer de ti, será llamado Hijo de Dios. Ahí tienes a tu parienta Isabel, que a pesar de su vejez ha concebido a un hijo y ya va en el sexto mes la que llamaban estéril, porque no hay nada imposible para Dios". María contestó: "Yo soy la esclava del Señor; cúmplase en mí lo que me has dicho". El ángel se retiró de su presencia.

Y en aquel momento el Hijo de Dios se encarnó y se hizo hombre en el vientre Santísimo de la Virgen María. Día grande y mil veces bendito en el que Dios se vino a vivir entre nosotros.
En 9 meses será Navidad, el día del Nacimiento de Jesús. Tanto amó Dios al mundo que le dio a su propio Hijo para que el mundo se salvara por medio de Él.



EXPLICACIÓN RELATO ANUNCIACIÓN

La palabra "ángel" significa: Un mensajero, un mensajero de Dios.

Gabriel significa: el que trae buenas noticias, de parte de Dios.

Desposada: Comprometida en matrimonio. Unos meses antes de casarse, los novios firmaban un compromiso de matrimonio, para que el esposo pudiera dedicarse tranquilamente a preparar todo lo necesario para su próximo hogar, sin peligro de que después la prometida ya no se casara con él.

María es un nombre que significaba "Señora" o "Princesa". En Egipto el nombre de María proviene de dos palabras: "Mar": la hija preferida e "ia": abreviatura de IAVEH: Dios. Por lo que, María significa "La hija preferida de Dios".

Salve, en hebreo significa "Yo te saludo. Te felicito. Alégrate". Cada vez que rezamos el Avemaría saludamos a la Virgen con el mismo saludo con el que la saludó el ángel en el día más feliz de su vida, en el día de la Anunciación, cuando ella empezó a ser la Madre de Dios.

Llena de gracia: La mujer que más gracias o favores ha recibido de Dios. Llena de gracia, quiere decir la muy simpática para Dios. Si Ella hubiera tenido algún pecado, ya no habría sido totalmente simpática para Nuestro Señor. Ella, no tuvo ni la más mínima mancha de pecado, por eso fue la elegida por Dios.

El nombre de Jesús significa: el que salva de los pecados. Porque Él ha venido a salvarnos a los pecadores y a pagar nuestras deudas ante Dios.



REFLEXIÓN DE LA ANUNCIACIÓN

 
El día 25 de marzo, celebramos en medio del tiempo de Cuaresma, una gran fiesta: La Anunciación del Señor a la Santísima Virgen María, a través del ángel Gabriel.



En la Anunciación ha llegado, por fin, esa hora que fue anunciada, por los profetas y que el pueblo esperaba desde hacía siglos. El encuentro del ángel con María resulta uno de los momentos más grandes de la historia de Israel y de toda la humanidad.

De una manera única se tocan el cielo y la tierra, la grandeza de Dios y la pequeñez de su criatura. A Ella, Dios la ha elegido para revelar su misterio, mantenido en secreto durante siglos. En el seno de María se hará realidad la promesa de Dios: "El Señor le dará el trono a David, su padre y reinará sobre la casa de Jacob para siempre", le anuncia el ángel a María.

La llamada del ángel a María, es significativo para el actuar de Dios frente al hombre. 



Lo podemos ver en 3 características:

* Dios prefiere a los humildes, a los pequeños, a los sencillos. Por eso escoge a María, "la esclava del Señor". Ella es humilde, porque conoce la distancia infinita que hay entre Dios y Ella. María se siente una hija pequeña e insignificante de su pueblo.

*Para los sucesos verdaderamente grandes de la historia y de nuestra vida, Dios no elige la agitación y la turbulencia del mundo, sino elige la soledad y la tranquilidad. Los momentos más grandes suelen ser  los más silenciosos y ocultos. Así sucede también en este encuentro singular entre el cielo y la tierra: tiene lugar en la soledad y paz de la casa de María, ignorado por el mundo.

* La Anunciación nos revela, que Dios toma en serio al hombre y su libertad. Por eso no quiere realizar sus planes de salvación sin la colaboración y el consentimiento libres del hombre. En la escena del Evangelio, este respeto de Dios ante la dignidad y libertad del ser humano se expresa de un modo impresionante. Dios le da a María la posibilidad de aceptar a rechazar su misión. Dios pone el destino de la humanidad en las manos de esta virgen sencilla.


La respuesta de María en esta hora decisiva resulta ejemplar para todos nosotros: "Hágase en mí según tu palabra" Ella acepta, aunque no vea ni comprenda. Por eso, lo más extraordinario de María, en la hora de la Anunciación es su fe.

María es la primera creyente de la Iglesia: la Madre de todos los creyentes, así llamada por los Padres de la Iglesia. Ella es modelo de nuestra fe, no sólo en la hora de la Anunciación sino también en toda su vida.

El ángel se retira y Ella queda sola, sola con su gran misterio, sin posibilidad de explicárselo a nadie. Y se inicia su doloroso camino de fe. Desde ese mismo momento comienza a ser la Madre Dolorosa. Recordemos, su situación difícil frente a San José, el nacimiento en la miseria, la matanza de los inocentes, la fuga a Egipto, hasta la muerte de su Hijo en la cruz.
 

LA ANUNCIACIÓN..... "TÚ SERÁS LA MADRE DEL MESÍAS..."
"HE AQUÍ LA ESCLAVA DEL SEÑOR,
 HÁGASE EN MÍ SEGÚN TU PALABRA"
MARÍA, MADRE MÍA, 
ERES DUEÑA 
DE MI CORAZÓN



miércoles, 19 de marzo de 2014

SAN JOSÉ

SAN JOSÉ ESPOSO DE MARÍA


San José tuvo un papel esencial: Dios le encomendó la gran responsabilidad y privilegio de ser el padre adoptivo del Niño Jesús y de ser esposo virginal de la Virgen María. San José, el santo custodio de la Sagrada Familia, es el santo que más cerca está de Jesús y de la Santísima de la Virgen María.

En el Plan Reconciliador de Dios, San José tuvo un papel esencial, Dios le encomendó la gran responsabilidad y privilegio de ser el padre adoptivo del Niño Jesús y de ser esposo virginal de María.


San José, no era el padre natural de Jesús, quién fue engendrado en el vientre virginal de la Virgen María por obra del Espíritu Santo y es Hijo de Dios, pero José lo adoptó amorosamente y Jesús se sometió a él como un buen hijo ante su padre. ¡Cuánto influenció José en el desarrollo humano del niño Jesús! ¡Qué perfecta unión existió en su ejemplar matrimonio con María!


MODELO DE SILENCIO Y DE HUMILDAD

Las principales fuentes de información sobre la vida de San José son los primeros capítulos del evangelio de Mateo y de Lucas. En los relatos no conocemos palabras expresadas por él, tan sólo conocemos sus obras, sus actos de fe, amor y de protección como padre responsable del bienestar de su amadísima esposa y de su excepcional Hijo. Es un caso excepcional en la Biblia: un santo al que no se le escucha ni una sola palabra. Es el "Santo del silencio". 

Su santidad se irradiaba desde antes de los desposorios. Es un "escogido" de Dios; desde el principio recibió la gracia de discernir los mandatos del Señor. No es que haya sido uno de esos seres que no pronunciaban palabra, fue un hombre que cumplió aquel mandato del profeta antiguo: "sean pocas tus palabras". Es decir, su vida sencilla y humilde se entrecruzaban con su silencio integral, que no significa mero mutismo, sino el mantener todo su ser encauzado a cumplir el Plan de Dios. San José, patrono de la vida interior, nos enseña con su propia vida a orar, a amar, a sufrir, a actuar rectamente y a dar gloria a Dios con toda nuestra vida.



VIDA VIRTUOSA

Su libre cooperación con la gracia divina hizo posible que su respuesta sea total y eficaz. Dios le dio la gracia especial según su particular vocación y, al mismo tiempo, la misión divina excepcional que Dios le confió requirió de una santidad proporcionada.
Se ha tratado de definir muchas veces las virtudes de San José: "Brillan en él, sobre todo las virtudes de la vida oculta: la virginidad, la humildad, la pobreza, la paciencia, la prudencia, la fidelidad que no puede ser quebrantada por ningún peligro, la sencillez y la fe; la confianza en Dios y la mas perfecta caridad. Guardó con amor y entrega total, el deposito que se le confiara con una fidelidad propia al valor del tesoro que se le depositó en sus manos".

San José es también modelo incomparable, despues de Jesús, de la santificación del trabajo corporal. Por eso la Iglesia ha instituído la fiesta de S. José Obrero, celebrada el 1 de mayo, presentándole como modelo sublime de los trabajadores manuales.


AMOR VIRGINAL
La concepción del Verbo divino en las entrañas virginales de María, se hizo en virtud de una acción milagrosa del Espíritu Santo, sin intervención alguna de San José. Este hecho es narrado por el Evangelio y constituye uno de los dogmas fundamentales de nuestra fe católica: la virginidad perpetua de María. 

En virtud de ello, San José ha recibido diversos títulos: padre nutricio, padre adoptivo, padre legal, padre virginal; pero ninguna en sí encierra la plenitud de la misión de San José en la vida de Jesús.
San José ejerció sobre Jesús la función y los derechos que corresponden a un verdadero padre, del mismo modo que ejerció sobre María, virginalmente, las funciones y derechos de verdadero esposo.

La relación de esposos que sostuvo San José y Virgen María es ejemplo para todo matrimonio; ellos nos enseñan que el fundamento de la unión conyugal está en la comunión de corazones en el amor divino. Para los esposos, la unión de cuerpos debe ser una expresión de ese amor y por ende un don de Dios. San José y María Santísima, sin embargo, permanecieron vírgenes por razón de su privilegiada misión en relación a Jesús. La virginidad, como donación total a Dios, nunca es una carencia; abre las puertas para comunicar el amor divino en la forma mas pura y sublime.



DOLOR Y ALEGRÍA

Desde su unión matrimonial con María, San José supo vivir con esperanza en Dios la alegría-dolor fruto de los sucesos de la vida diaria. En Belén tuvo que sufrir con la Virgen la carencia de albergue hasta tener que tomar refugio en un establo.

Allí nació Jesús, el Hijo de Dios. El atendía a los dos como si fuese el verdadero padre.
San José tuvo que vivir unos años con la Virgen y el Niño en el exilio de Egipto. Esto representaba dificultades muy grandes: La Sagrada familia, no hablaba el idioma, no tenía el apoyo de familiares o amigos, encontrándose con dificultades de empleo y pobreza. San José aceptó todo eso por amor sin exigir nada, siendo modelo ejemplar de esa amorosa obediencia que como hijo debe a su Padre en el cielo.

Lo más probable es que San José muriera antes del comienzo de la vida pública de Jesús ya que no estaba presente ya en las bodas de Canaá ni se habla más de él. De estar vivo, San José hubiese estado sin duda al pie de la Cruz con María. La entrega que hace Jesús de su Madre a San Juan da también a entender que ya San José estaba muerto.

Según San Epifanius, San José murió en sus 90 años y el Venerable Beda dice que fue enterrado en el Valle de Josafat.



PATRONO DE LA IGLESIA UNIVERSAL
El Papa Pío IX, atendiendo a las innumerables peticiones que recibió de los fieles católicos del mundo entero, y, sobre todo, al ruego de los obispos reunidos en el Concilio Vaticano I, declaró y constituyó a San José Patrono Universal de la Iglesia, el 8 de diciembre de 1870.
Cuando Dios decidió fundar la familia divina en la tierra, eligió a San José para que fuera el protector y custodio de su Hijo; para cuando se quiso que esta familia continuase en el mundo, esto es, de fundar, de extender y de conservar la Iglesia, a San José se le encomienda el mismo oficio. Un corazón que es capaz de amar a Dios como a hijo y a la Madre de Dios como a esposa, es capaz de abarcar en su amor y tomar bajo su protección a la Iglesia entera, de la cual Jesús es cabeza y María es Madre.

El día de San José, también se celebra el día del padre, que es un día conmemorativo en el cual se celebra al padre de familia con la intención de honrar la paternidad y la influencia del hombre en la vida de sus hijos.


DEVOCIÓN A SAN JOSÉ
Una de las mas fervientes propagadoras de la devoción a San José fue Santa Teresa de Ávila. En el capítulo sexto de su vida, escribió uno de los relatos mas bellos que se han escrito en honor a este santo:
"Tomé por abogado y protector al glorioso San José, y encomiéndeme mucho a él. Vi claro que así de esta necesidad, como de otras mayores, este padre y señor mío me sacó con mas bien de lo que yo le sabia pedir. No me acuerdo hasta ahora haberle suplicado cosa que la haya dejado de hacer. Es cosa tan grande las maravillosas mercedes que me ha hecho Dios por medio de este bienaventurado santo, de los peligros que me ha librado, así de cuerpo como de alma; de este santo tengo experiencia que socorre en todas las necesidades, y es que quiere el Señor darnos a entender que así como le fue sujeto en la tierra, que como tenia nombre de padre, y le podía mandar, así en el cielo hace cuanto le pide. Querría yo persuadir a todos que fuesen devotos de este glorioso santo por la gran experiencia que tengo de los bienes que alcanza de Dios".
Otros santos que también propagaron la devoción a San José fueron San Vicente Ferrer, Santa Brígida, San Bernardino de Siena (que escribió en su honor muy hermosos sermones) y San Francisco de Sales, que predicó muchas veces recomendando la devoción al Santo Custodio.




Enseñarás a volar
pero no volarán tu vuelo.
Enseñarás a soñar, 
pero no soñarán tu sueño.
Enseñarás a vivir,
pero no vivirán tu vida.
Sin embargo... en cada vuelo,
en cada vida,
en cada sueño, 
perdurará siempre 
la huella del camino enseñado.
"SAN JOSÉ PROTEGENOS"






sábado, 15 de marzo de 2014

DON LIBORIO: TEXTO DEDICADO PARA SU PRIMERA MISA

TEXTO DEDICADO A D.LIBORIO 
EN SU PRIMERA MISA
22/ABRIL/1935

A mi amigo LIBORIO GOMEZ DE DIEGO, en el día de su primera Misa, celebrada el día 22 de Abril de 1935, fiesta de Nuestra Señora de los Dolores, en el Santuario de Nuestra Señora de Ebro, de Quintanilla-Escalada (Burgos).



Decir quisiera un romance
para la Virgen del Ebro
y otro no menos sentido
para mi amigo de Diego;
pero van Virgen y amigo
hoy tan juntos en mis versos
que un solo romance piden
y a componer dos no acierto.

Rendir tributo a su dama 
era prez de caballeros
y, aunque los tiempos son otros, 
hay quien renueva los tiempos
como tú, Liborio amigo,
que con sacro galanteo
has ofrendado a tu Virgen, 
en aras de sacrificio
primicias de ministerio.

No ha de serte desdeñosa
dama de tal abolengo
que así el afecto agradece
como premia los afectos
de quien se postra a sus plantas
con amantes rendimientos.
Hoy celebra sus dolores, 
mas concede el privilegio
de que sean alegrías
para tí, amigo, de Diego, 
primer obsequio con que Ella
paga tu primer obsequio.

Sobre la tierra que guarda
de tus mayores los restos,
sobre la tierra que cubre
las cenizas de sus cuerpos,
has levantado tu cáliz
en ese brindis, misterio
del amor, en que Dios-Hombre
viene a crearse de nuevo
tan Dios cual le vió y tan Hombre
la plenitud de los tiempos,
 hecho oblación de las almas
manjar de las almas hecho.

Come de su carne y bebe
de su sangre, vino nuevo,
y brinda todos los días
sobre el ara de los templos
por los que no son ya vida
y ayer vida tuya fueron, 
por tus hermanos de cerca,
por tus hermanos de lejos,
por tus parientes de culto,
por tus amigos de afecto,
por esa Virgen que es Virgen
de España, por ser del Ebro,
y por España, tu patria,
nuestra patria y nuestro pueblo,
Virgen del Dolor, que hoy siete
puñales lleva en el pecho.

Yo veo una onda del río,
veo una pluma del viento,
pasajeras de otros mundos
correr hacia otro hemisferio
convertida una en abrazos
y otra convertida en besos
de tu dama y tuyos. Sean
de esta fiesta mensajeros.


Bf. Zamora, Rubricado.
(Bonifacio Zamora de Usabel)

Burgos, Abril de 1935



(D. LIBORIO GOMEZ DE DIEGO, fue mártir de Dios y de la Patria. 1936)
(A.M.D.G.)


lunes, 3 de marzo de 2014

CUARESMA: MENSAJE PAPA FRANCISCO






Se hizo pobre para enriquecernos con su pobreza (cfr.2 Cor 8,9)



Queridos hermanos  y hermanas:

Con ocasión de la Cuaresma os propongo algunas reflexiones, a fin de que os sirvan para el camino personal y comunitario de conversión. Comienzo recordando las palabras de San Pablo: "Pues conocéis la gracia de nuestro Señor Jesucristo, el cual, siendo rico, se hizo pobre por vosotros para enriqueceros con su pobreza" (2Cor 8,9).

El Apósotol se dirige a los cristianos de Corinto para alentarlos a ser generosos y ayudar a los fieles de Jerusalén que pasan necesidad. ¿Qué nos dicen, a los cristianos de hoy, estas palabras de San Pablo? ¿Qué nos dice hoy, a nosotros, la invitación a la pobreza, a una vida pobre en sentido evangélico?


La gracia de Cristo
Ante todo, nos dicen cuál es el estilo de Dios. Dios no se revela mediante el poder y la riqueza del mundo, sino mediante la debilidad y la pobreza: "Siendo rico, se hizo pobre por vosotros...". Cristo, el Hijo eterno de Dios, igual al Padre en poder y gloria, se hizo pobre; descendió en medio de nosotros, se acercó a cada uno de nosotros; se desnudó, se "vació", para ser en todo semejante a nostotros (cfr.Flp2,7; Heb 4,15). ¡Qué gran misterio la encarnación de Dios! La razón de todo esto es el amor divino, un amor que es gracia, generosidad, deseo de proximidad, y que no duda en darse y sacrificarse por las criaturas a las que ama. La caridad, el amor es compartir en todo la suerte del amado. El amor nos hace semejantes, crea igualdad, derriba los muros y las distancias. Y Dios hizo esto con nosotros, Jesús, en efecto, "trabajó con manos de hombre, pensó con inteligencia de hombre, obró con voluntad de hombre, amó con corazón de hombre. Nacido de la Virgen María, se hizo verdaderamente uno de nosotros, en todo semejante a nosotros expecto en el pecado". (Conc. Ecum, Vat.II, Const, past. Gaudium et spes, 22).

La finalidad de Jesús al hacerse pobre no es la pobreza en sí misma, sino  dice San Pablo, "...para enriqueceros con su pobreza". No se trata de un juego de palabras ni de una expresión para causar sensación. 



Al contrario, es una síntesis de la lógica de Dios, la lógica del amor, la lógica de la Encarnación y la Cruz. Dios no hizo caer sobre nosotros la salvación desde lo alto, como la limosna de quien da arte de lo que para él es superfluo con aparente piedad filantrópica. ¡El amor de Cristo no es esto! Cuando Jesús entra en las aguas del Jordán y se hace bautizar por Juan el Bautista, no lo hace porque necesita penitencia, conversión; lo hace para estar en medio de la gente, necesitada de perdón, entre nosotros, pecadores, y cargar con el peso de nuestros pecados. Este es el camino que ha elegido para consolarnos, salvarnos, liberarnos de nuestra miseria. Nos sorprende que el Apóstol diga que fuimos liberados no por medio de la riqueza de Cristo, sino por medio de su pobreza Y, sin embargo, San Pablo conoce bien la "riqueza insondable de Cristo". (Ef 3,8). "heredero de todo". (Heb, 1,2).

¿Qué es, pues, esta pobreza con la que Jesús nos libera y nos enriquece?

Es precisamente su modo de amarnos, de estar cerca de nosotros como el buen samaritano que se acerca a ese hombre que todos habían abndoado medio muerto al borde del camino (cfr.Lc10, 25ss. Lo que nos da verdadera libertad, verdadera salvación y verdadera felicidad es su amor lleno de compasión, de ternura, que quiere compartir con nosotros.

La pobreza de Cristo que nos enriquece consiste en el hecho que se hizo carne, cargó con nuestras debilidades y nuestros pecados, comunicándonos la misericordia infinita de Dios.
 
La pobreza de Cristo es la mayor riqueza: 

la riqueza de Jesús es su confianza ilimitada en Dios Padre, es encomendarse a Él en todo momento, buscando siempre y solamente su voluntad y su gloria. 



Es rico como lo es un niño que se siente amado por sus padres y los ama, sin dudar ni un instante de su amor y su ternura. 
La riqueza de Jesús radica en el hecho de ser el Hijo, su relación única con el Padre es la prerrogativa soberana de este Mesías pobre. Cuando Jesús nos invita a tomar su "yugo llevadero", nos invita a enriquecernos con esta "rica pobreza" y "pobre riqueza" suyas, a compartir con Él su espíritu filial y fraerno, a convertirnos en hijos en el Hijo, hermanos en el Hermano Priogénito (cfr.Rom 8,29).

Se ha dicho que la única verdadera tristeza es no ser santos (L.Bloy); podríamos decir también que hay una únic verdadera miseria_ no vivir como hijos de Dios y hermanos de Cristo.


Nuestro testimonio
Podríamos pensar que este "camino" de la pobreza fue el de Jesús, mientras que nosotros, que venimos después de Él, podemos salvar el mundo con los medios humanos adecuados.
No es así.
En toda época y en todo lugar, Dios sigue salvando a los hombres y salvando el mundo mediante la pobreza de Cristo, el cual se hace pobre en los Sacramentos, en la Palabra y en su Iglesia, que es un pueblo de pobres.
La riqueza de Dios no puede pasar a través de nuestra riqueza, sino siempre y solamente a través de nuestra pobreza, personal y comunitaria, animada por el Espíritu de Cristo. A imitación de nuestro Maestro, los cristianos estamos llamados a mirar las miserias de los hermanos, a tocarlas, a hacernos cargo de ellas y a realiar obras concretas a fin de aliviarlas.


La miseria no coincide con la pobreza; la miseria es la pobreza, 
sin confianza, 
sin solidaridad, 
sin esperanza.


Podemos distinguir tres tipos de miseria:
La miseria material, la miseria moral y la miseria espiritual.

La miseria material es la que habitualmente llamamos pobreza y toca a cuantos viven en una condición que no es digna de la persona humana, privados de sus derechos fundamentales y de los bienes de primera necesidad como la comida, el agua, las condiciones higiénicas, el trabajo, la posibilidad de desarrollo y de crecimiento cultural. Frente a esta miseria, la Iglesia ofrece su servicio, su diakonia, para responder a las necesidades y curar estas heridas que desfiguran el rostro de la humanidad. En los pobres y en los últimos vemos el rostro de Cristo; amando y ayudando a los pobres amamos y servimos a Cristo.


Nuestros esfuerzos se orientan asimismo a encontrar el modo de que cesen en el mundo las violaciones de la dignidad humana, las discriminaciones y los abusos, que, en tantos casos, son el origen de la miseria. Cuando el poder, el lujo y el dinero se convierten en ídolos, se anteponenen a la exigencia de una distribución justa de las riquezas. Por tanto, es necesario que las conciencias se conviertan a la justicia, a la igualdad, a la sobriedad y al compartir.

No es menos preocupante, la miseria moral, que consiste en convertirse en esclavos del vicio y del pecado. ¡Cuántas familias viven angustiadas porque alguno de sus miembros, a menudo joven, tiene dependencia del alcohol, las drogas, el juego o la pornografía!
¡Cuántas personas han perdido el sentido de la vida, están privadas de perspetivas para el futuro y han perdido la esperanza!
Y cuántas personas se ven obligadas a vivir esta miseria por condiciones sociales injustas, por falta de un trabajo, lo cual les priva de la dignidad que da llevar el pan a casa, por falta de igualdad respecto de los derechos a la educación y la salud.
En estos casos, la miseria moral bien podría llamarse casi suicidio incipiente. 

Esta forma de miseria, que también es causa de ruina económica, siempre va unida a la miseria espiritual, que nos golpea cuando nos alejamos de Dios y rechazamos su amor. Si consideramos que no necesitamos a Dios, que en Cristo nos tiende la mano, porque pensamos que nos bastamos a nostros mismos, nos encaminaos por un camino de fracaso. Dios es el único que verdaderamente salva y libera.

El Evangelio es el verdadero antídoto conta la miseria espiritual: en cada ambiente el cristiano está llamado a llevar el  anuncio liberador de que existe el perdón de mal cometido, que Dios es más grande que nuestro pecado y nos ama gratuitamete, siempre, y que estamos hechos para la comunión y para la vida eterna.


¡El Señor nos invita a anunciar con gozo este mensaje de misericordia y de esperanza! Es hermoso experimentar la alegría de extender esta buena nueva, de compartir el tesoro que se nos ha confiado, para consolar los corazones afligidos y dar esperanza a tantos hermanos y hermanas sumidos en el vacío. Se trata de seguir e imitar a Jesús, que fue en busca de los pobres y los pecadores como el pastor con la oveja perdida, y lo hizo lleno de amor. Unidos a Él, podemos abrir con valentía nuevos caminos de evangelización y promoción umana.


Queridos hermanos y hermanas, que este tiempo de Cuaresma encuentre a toda la Iglesia dispuesta y solícita a la hora de testimoniar a cuantos viven en la miseria material, moral y espiritual el mensaje evangélico, que se resume en el anuncio del amor del Padre misericordioso, listo para abrazar en Cristo a cada persona. Podremos hacerlo en la medida en que nos conformemos a Cristo, que se hizo pobre y nos enriqueció con su pobreza.





La Cuaresma es un tiempo adecuado para despojarse; y nos harábien preguntarnos de qué podemos privarnos a fin de ayudar y enriquecer a otros con nuestra pobreza. No olvidemos que la verdadera pobreza duele; no sería válido un despojo sin esta dimensión penitencial. Desconfío de la limosna que no cuesta y no duele.




Que el Espíritu Santo, gracias al cual "[somos] como pobres, pero que enriquecen a muchos como necesitados, pero poseyéndolo todo" (2 Cor 6,10), sostenga nuestros propósitos y fortalezca en nosotros la atención y la responsabilidad ante la miseria humana, para que seamos misericordiosos y agentes de misericordia.

Con este deseo, aseguro mi oración por todos los creyentes. Que cada comunidad eclesial recorra provechosamente el camino cuaresmal.

Os pido que recéis por mi.

Que el Señor os bendiga y la Virgen os guarde.


Vaticano, 26 de diciembre de 2013.


COMENZEMOS LA CUARESMA 
CON UN ESPÍRITU DE ADORACIÓN A DIOS,
 Y DE SOLIDARIDAD FRATERNA
CON TODOS LOS NECESITADOS.
VIVAMOS LA MISERICORDIA.



SEÑOR, HAZNOS VIVIR LA ALEGRÍA DE TU SALVACIÓN